En los últimos años, Chile y varios países de Latinoamérica han avanzado significativamente en la digitalización de la educación y en la adopción de credenciales digitales como una herramienta para certificar aprendizajes. Sin embargo, uno de los grandes retos que aún persiste es la equidad en el acceso a estas tecnologías.
Si bien las credenciales digitales representan una oportunidad sin precedentes para democratizar la educación y reconocer habilidades de manera rápida y verificable, también existe el riesgo de que su implementación profundice la brecha digital si no se diseñan pensando en todos los contextos.
La realidad de la región
En zonas rurales, comunidades indígenas y sectores con menor conectividad, las barreras tecnológicas son una constante: acceso limitado a internet, dispositivos obsoletos y escasa capacitación digital. Además, muchas plataformas globales no contemplan las particularidades lingüísticas y culturales de América Latina, lo que puede dificultar su adopción efectiva.
Algunos países han comenzado a desarrollar políticas públicas para integrar estas soluciones en sus sistemas educativos, pero el desafío sigue siendo cómo hacerlo de forma inclusiva, sostenible y adaptada a las necesidades reales de las comunidades.
Buenas prácticas que marcan la diferencia
Diversas iniciativas han demostrado que la inclusión no depende únicamente de la infraestructura tecnológica, sino también del diseño y la filosofía detrás de las plataformas. Las soluciones que han mostrado mejores resultados en contextos de alta diversidad son aquellas que:
En este sentido, algunas plataformas, como POK Proof of Knowledge, han sido destacadas por expertos por su enfoque integral, combinando accesibilidad técnica, adaptabilidad cultural y transparencia tecnológica mediante blockchain y NFTs educativos. Aunque no es la única solución disponible, su caso muestra cómo un diseño centrado en la equidad puede potenciar el impacto de la certificación digital en toda la región.
Un reto colectivo
La equidad en credenciales digitales no puede depender solo de la iniciativa privada o de la voluntad política de un momento. Requiere colaboración entre gobiernos, instituciones educativas, sector tecnológico y organizaciones sociales. En Chile, ya se están dando pasos importantes: programas de alfabetización digital, pilotos de credenciales para comunidades específicas y acuerdos con proveedores que priorizan la inclusión.
El futuro de las credenciales digitales en Latinoamérica dependerá de cómo se logre cerrar la brecha entre innovación y acceso. Y aunque la tecnología ofrece herramientas poderosas, será el compromiso con la equidad lo que determine si estas credenciales se convierten en un derecho universal o permanecen como un beneficio exclusivo para unos pocos.